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Aceptar la Expiación es la Misión

 

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Para mí encontrar el mesías adentro, es encontrar el Reino de los Cielos dentro del cual habló Jesús. El Reino de los Cielos es Dios y el Amor de Dios. El Reino de los Cielos es nuestra identidad. Incluso me gusta que Jesús dice, en el curso de milagros que la palabra «adentro» es innecesaria, ya que el Reino de los Cielos eres tú. Ese es un llamado directo a aceptar nuestra verdadera identidad como el Hijo perfecto de Dios y una creación eterna de un Creador eterno.

Cuando decimos mesías yo pienso acerca de presencia. Tenemos maestros espirituales maravillosos que están enseñando al apuntar al Espíritu de muchas maneras diferentes, en idiomas diferentes y tradiciones diferentes. Eckhart Tolle habla acerca de la presencia y el momento presente. Jesús lo llama el instante santo, entrar al instante santo y la presencia del amor de Dios. ucdm Por lo tanto, el Mesías es la presencia, es la presencia Yo Soy que se encuentra dentro nuestro.

La oración: Deseo singular por Dios

Dado que Mesías es presencia, eso significa que vamos hacia esa presencia. Lo que he sentido, en mi experiencia, es que se llega, se alcanza y uno se fusiona a esa presencia a través de la oración.

Orar, Jesús dice en el canto de la oración, es sinónimo a desear. Si tú deseas comida esa es tu oración. Si tú deseas sexo, si tú deseas dinero, si tú deseas seguridad para el cuerpo, esa es tu oración. Pero Yeshua nos enseña que tenemos que dejar que la mirada sea singular.

Si la oración es sinónimo de deseo, entonces podemos ir hacia atrás a un personaje que se llamó el rey David, quien escribió los salmos.

Miremos la primera línea de este salmo, el Salmo de David: «El señor es mi pastor, no querré». El ser humano es un constructo del ego y es un paquete de preferencias de deseos. Esa es la característica del ser humano. Tiene un mayor énfasis en lo humano que en el Ser. El Mesías es el Ser. Pero lo humano es lo que necesita ser perdonado. Esto es tener un corazón que no es puro, desear cosas que no son del Creador. En los diez mandamientos dice: «No tendrás otros dioses delante el Señor tu Dios». Nosotros sabemos que esa frase no es acerca de tótems dorados en la Mesopotamia, sabemos ahora que son las imágenes cósmicas del tiempo del espacio. Los agujeros negros, las montañas, los océanos, hombres, mujeres y los niños, los peces en el mar azul, todos son imágenes, pero la presencia Yo soy es anterior a todas estas imágenes del Cosmos; «Antes que Abraham naciera, yo soy». Entonces, el momento presente, el Yo Soy, no se encuentra entre el pasado y el futuro. Esa es la invención del ego, el tiempo lineal, pasado, presente, futuro. La eternidad no tiene conexión con el tiempo lineal. Jesús dice que tanto el tiempo como la eternidad se encuentran en tu mente y van a estar en conflicto hasta que tú percibas el tiempo solo como un medio para alcanzar la eternidad. Hasta que la oración sea: «¿Cómo puede ser verdaderamente útil?», hasta que la oración sea: «Muéstrame el perdón, verdaderamente», hasta que la oración sea: «Permíteme amar como Dios ama», el tiempo y la eternidad coexisten y van a estar en conflicto hasta que el tiempo se ha percibido sólo como un medio para alcanzar la eternidad.

Jesús dice que incluso algunas de las oraciones como la de San Francisco: «No mi voluntad, sino que se haga Tu Voluntad» son solo el primer paso para poder dejar ir al ego, pero él quiere que tú aceptes la voluntad de nuestro Creador. Él me enfatizó que en la Biblia dijo «Busca primero el Reino de los Cielos» pero que en el Curso enfatiza: «Que tu voluntad sea antes que nada alcanzar el Reino de los Cielos».

Fortalece, desarrolla tu voluntad de manera tan fuerte que no conozcas otro opuesto o nada más que la Voluntad de Dios.

El deseo es el altar, el altar del corazón y la mente. Lo que nosotros ponemos en este altar es lo que experimentamos. En el Curso de milagros Yeshúa está diciendo que «la verdad se restituye en ti al tú desearla, tal como la perdiste al desear otra cosa». Yeshua, me dio todo un sistema que se llama niveles de la mente y me mostró en dónde se encontraba la percepción, donde se encontraban las emociones, los pensamientos, las creencias y luego en el centro de su diagrama estaba la oración, estaba el deseo. ¡Ahí lo vi! Debo orar sin cesar. Ahí es donde viene la purificación, está en el altar. Nos llegamos a Dios a través de palabras o comportamiento o acciones. ¡Llegamos a través de la gracia! Es la gracia de un corazón purificado y una mente purificada. Así es cómo encontramos la felicidad del Espíritu Santo y ese es el Mesías interior.

¡Olvídate de este mundo!

La mansedumbre es una de las características de un maestro de Dios. La mansedumbre que yo experimento proviene de «El señor es mi pastor, no querré». Cuando nos aferramos a un autoconcepto del mundo, vamos a intentar defender ese autoconcepto, esa imagen y la experiencia de Cristo, el Mesías interior no es personal. No está confinado a una persona, una personalidad o al cuerpo de ninguna manera o forma. Es tan vasto y no tiene conexión directa con un cuerpo. El Mesías interior es un estado mental y es una presencia que no está en un cuerpo y jamás estuvo en un cuerpo. La presencia puede utilizar el cuerpo como una marioneta o un títere. Puede hablar a través de él, puede sonreír a través de él, y abrazar a través de él sin problema. Pero la palabra de Dios jamás entra al tiempo y al espacio. Como Jesús dice en el Curso: «La Biblia dice: El Verbo (o pensamiento) se hizo carne». Estrictamente hablando eso es imposible, puesto que parece implicar que un orden de realidad pasó a ser otro». No hay dos órdenes de realidad. Solo hay una realidad. Esa es la eternidad. «Nada real puede ser amenazado. Nada irreal existe. En esto radica la paz de Dios».

Entonces yo he compartido y lo que comparto cuándo el espíritu viene a través de mí es:

Te estoy llamando a abandonar el mundo del tiempo. Te estoy llamando a abandonar carreras. Te estoy llamando a abandonar familias. Te estoy llamando a abandonar trabajos. Te estoy llamando a abandonar países. Te estoy llamando a abandonar conceptos. Incluso el concepto de maestro de Dios, es un concepto que debe dar lugar a la presencia. Porque esa presencia simplemente es. Es sin opuesto. Aquellos que siguen este Espíritu dejan de lado, en su mente, el deseo por las cosas de este mundo. ¿Qué son las cosas de este mundo? Yo diría que son cosas del pasado y del futuro.

Dios conoce la oración de nuestro corazón antes de que la primera palabra sea dicha. Dios conoce el deseo que se encuentran en el centro de nuestro ser antes de que una sola palabra sea dicha. Esto significa que lo que parecen ser comportamientos, palabras y acciones provienen de nuestros pensamientos. Se trata de pensar con Dios en vez de tratar de pensar en contra de Dios.

Sé un milagro viviente

Nosotros somos mensajeros de Paz. Nosotros somos mensajeros de Luz. Nosotros nos enfocamos en El Mesías y no en el error. No llegaremos a la experiencia de ser El Mesías si nos enfocamos en el error.

Jesús dice en el curso que tú no eres responsable por el error, tú eres responsable por aceptar la corrección del error. El Mesías es la corrección, es la presencia. La presencia es la corrección del mundo del tiempo y el espacio. Ahora esa es nuestra misión. Nuestra misión es ser felices. El Espiìritu Santo es el espiìritu del juìbilo. Nuestra misión es ser el júbilo, nuestra misión es ser la paz.

Una vez que le damos nuestra vida a El Mesías, a aprender a ser el Mesías, aceptar que somos el mesías, que somos el Salvador del mundo, todo se nos es dado sin esfuerzo. Cada persona con la que nos tenemos que encontrar, cada libro que tenemos que leer, cada cosa. No hay ni un átomo en el universo del tiempo y del espacio que esté fuera de lugar. Todo el universo con un solo conspira propósito, para que nos aceptemos en nuestra mente como El Mesías, el cristo viviente.

Esa es mi misión, ese es mi mensaje. Sé un milagro viviente para bendecir al mundo. Extiende tus milagros cómo son guiados, a través del mesías interno. No intentes realizar Milagros por tu cuenta, porque no hay por tu cuenta. Todos somos el mismo y todos somos hermanos y hermanas del mismo espíritu.